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¡Aquí hay dato encerrado!

Actualizado: 29 abr 2021


El otro día os hablamos del Mind Wandering y de qué era exactamente. Ahora bien, ¿cómo se evalúa el Mind Wandering? Hay diferentes maneras:


  1. Mediante cuestionarios y autoinformes.

  2. Mediante tareas de laboratorio.

  3. Mediante evaluaciones ecológicas momentáneas.


Como todo en la vida, cada una de estas maneras tiene sus pros y sus contras.


Por ejemplo, evaluar mediante cuestionarios y autoinformes tiene la ventaja de ser muy fácil de llevar a cabo, sin requerir mucho más esfuerzo que completar las casillas de unas preguntas. Este tipo de medidas son especialmente útiles para evaluar tendencias generales de la persona a actuar o sentirse de una determinada manera habitualmente. Sin embargo, es posible que la información que la persona nos proporciona esté, de alguna manera, sesgada por aspectos como la memoria, la afectividad negativa o otros factores. Por ejemplo, si te preguntamos si sueles comer sano y, justo hace una semana has empezado una dieta, es posible que nos digas que sí, pero esa información no se ajusta completamente a la realidad, está sesgada. Ojo, no significa que la persona lo haga conscientemente, sino que, bueno, nuestras cabezas caen en estas pequeñas trampas incluso sin darnos cuenta.


Por su parte, evaluar mediante tareas de laboratorio evita estos sesgos porque evalúa una capacidad determinada, en este ejemplo Mind Wandering, de manera objetiva en un momento concreto y lugar, basándose en tu ejecución. Es decir, a lo mejor has respondido un cuestionario acerca de tu capacidad atencional diciendo que ésta es muy mala (tal vez, porque llevas unos días deprimido/a y tiendes a evaluarte negativamente en todo lo que haces) pero, sin embargo, tu ejecución en una tarea atencional de laboratorio es objetivamente buena. ¡Eso nos da información irrebatible! ¡Tu atención es mejor de lo que decías! Ahora bien, también tiene sus contras. En el laboratorio las condiciones son muy asépticas y la persona realiza la tarea condiciones ideales (luz ténue, sin distracciones, sin ruidos etc.). Pero en nuestro día a día, la realidad es diferente y no tenemos esa capacidad de control sobre variables que afectan directamente a lo que queremos evaluar (no podemos controlar que la vecina de arriba esté oyendo la radio a todo volumen mientras intentas concentrarte y eso no significa necesariemente que tu atención sea mala: sino que, tal vez, tu capacidad de elegir vecindario lo es). Por eso, se dice que los resultados obtenidos en laboratorio, muchas veces, no tienen validez ecológica. Es decir, lo que hemos encontrado en el laboratorio no se puede extrapolar directamente a la vida real.


Entonces, ¿qué hacemos?


Que no cunda el pánico. La tercera forma de evaluar, la evaluación ecológica momentánea, combina lo mejor de cada casa. Esta forma de evaluación hace que la persona evalúe, en diferentes momentos temporales y en diferentes situaciones, sus propias capacidades o sentimientos en contexto real, en su día a día. Esto garantiza que lo que estemos evaluando tenga validez ecológica, al contrario de lo que pasaba con las evaluaciones de laboratorio. Ahora bien, también tiene sus contras, ya que requiere un mayor esfuerzo por parte de la persona a evaluar, ya que, muchas veces, tendrá que responder varias veces a día durante varios días una serie de preguntas.


Hasta hace pocos años, la manera de hacer evaluaciones ecológicas momentáneas (EMA por sus siglas en inglés) era darle un papel y un boli a la persona y se le pedía, por ejemplo, que hiciera un registro diario de nuestra variable de interés (por ejemplo, queremos saber cuántos cigarros fuma Paco al día y en qué situaciones). Además, el hecho de hacer que la persona se pasee con un papel y un boli y lo saque de vez en cuando, hacía que muchas personas se sintieran avergonzadas (¿por qué saca Paco de repente un papel y un boli y se pone a apuntar cosas?) y los registros fueran incompletos o, de nuevo, sesgados. Otro fenómenos habitual era que a las personas se le olvidara hacer los registros y, cinco minutos antes de entrar a ver al investigador/a o al terapeuta, completara los registros de la semana sentado en el parquing (con lo cuál volvía a aparecer el riesgo del sesgo de memoria).


Sin embargo, gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías móviles, podemos abordar los contras de la evaluación ecológica momentánea. El 95% de las personas tiene un teléfono móvil, por lo que si se consigue adaptar los registros de manera que se puedanc completar con el teléfono, tenemos mucho seleccionado: evitamos el posible estigma social, sabemos que la persona siempre va a "llevar encima" el registro y, como queda registrada la hora, sabremos cuándo se han completado las evaluaciones. Y además, pero no menos importante, el uso de las tecnologías móviles para la evaluación, incrementa la adherencia. Es decir, a la persona le apetece más implicarse en el proceso, porque le resulta más atractivo.


En este sentido, empiezan a florecer una interesante cantidad de Apps y plataformas que permiten el diseño, la programación y el total manejo de las evaluaciones ecológicas momentáneas. Entre estas herramientas, destaca CLINICOVERY, que es la que vamos a usar en nuestro proyecto.


¿Qué es CLINICOVERY? Puedes verlo en el siguiente video y en la WEB.



Así pues, y volviendo a nuestro querido Mind Wandering (¿Ya no te acordabas de él?), hemos decidido que en este proyecto, utilizaremos todas las herramientas y métodos de evaluación a nuestro alcance. ¡Cuando nos ponemos, nos ponemos!


Así, (1) vamos a adaptar y validar por primera vez en castellano un cuestionario que evalúe Mind Wandering en adultos; (2) vamos a evaluar Mind Wandering a través de una tarea de laboratorio; y (3) mediante la App CLINICOVERY, vamos a evaluar durante 5 días consecutivos, 3 veces al día de manera aleatoria la presencia de episodios de Mind Wandering en contexto ecológico.


¿Mola, no?


¡Seguiremos informando!


Equipo MW.




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